Estos cuatro años como Voluntario de las Naciones Unidas internacional fueron un paso determinante en mi construcción personal y profesional, confirmando mis ganas de contribuir, tanto a nivel personal como profesional, a construir otro mundo, más solidario y más justo.
Quito, Ecuador: Mi experiencia como Voluntario de las Naciones Unidas en Ecuador empezó en la provincia fronteriza de Sucumbios: una provincia amazónica con olor a Colombia y a petróleo, con sabor a cacao. Una provincia diversa, de calor y lluvia; una provincia con mala fama: en mi opinión, infundada.
En esta provincia, cada mes, muchas familias colombianas cruzan la frontera, huyendo de situaciones que nadie debería vivir, para mezclarse con la población ecuatoriana en búsqueda de una vida mejor, que en muchos casos tarda en llegar.
En este contexto, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) contribuye a asegurar el derecho a la alimentación de estas familias entregándoles alimentos secos y cupones que pueden canjear por alimentos frescos. Esta asistencia alimentaria se inscribe dentro de una asistencia humanitaria más amplia con otras instituciones, junto con las que buscamos soluciones duraderas para las familias.
El PMA, en colaboración con los gobiernos e instituciones locales, también implementa proyectos en los cuales participa tanto la población colombiana como la población ecuatoriana de acogida, lo que permite fomentar la integración.
A través de mis actividades de seguimiento y monitoreo de los proyectos del PMA, conocí la realidad a la que se enfrentan las familias. Para mi fueron encuentros impactantes; cada historia fue una lección de vida, coraje y humildad.
Después de dos años en la frontera, tuve la oportunidad de pasar dos años más en la oficina de país del PMA en Quito enfrentándome a nuevos desafíos. Se trató de una experiencia totalmente diferente pero no menos interesante. Aproveché mi experiencia de campo para contribuir al desarrollo de nuevas estrategias para asegurar el derecho a la alimentación de la población refugiada en la frontera norte, así como de las familias ecuatorianas más vulnerables dentro del país.
Construimos nuevos esquemas vinculando la asistencia alimentaria con pequeños productores locales de hortalizas y frutas, fortaleciendo la capacitación en alimentación y nutrición, centrándonos en temas de género y derechos humanos.
Estos cuatro años como Voluntario de las Naciones Unidas internacional fueron un paso determinante en mi construcción personal y profesional, confirmando mis ganas de contribuir, tanto a nivel personal como profesional, a construir otro mundo, más solidario y más justo.