Cuando el tifón Haiyan, conocido en Filipinas como tifón Yolanda, asoló el país hace tres años, muchas familias se vieron afectadas con pérdidas tanto materiales como personales. Muchos de ellos perdieron a sus seres queridos. Otros lo perdieron todo. Como yo. Mi casa quedó totalmente destruida y perdí a mi esposo. Pero conseguí sobrevivir. Fue muy duro para todos tener que empezar una nueva vida, pero nunca perdimos la esperanza. Con la ayuda del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y otras organizaciones internacionales, empezamos a trabajar en la recuperación.
Manila, Filipinas: Mi nombre es Alma B. Sevillano, soy filipina y trabajo como Voluntaria de las Naciones Unidas en el Programa de respuesta y recuperación del Haiyan.
Cuando el tifón Haiyan, conocido en Filipinas como tifón Yolanda, asoló el país hace tres años, muchas familias se vieron afectadas con pérdidas tanto materiales como personales. Muchos de ellos perdieron a sus seres queridos. Otros lo perdieron todo. Como yo. Mi casa quedó totalmente destruida y perdí a mi esposo. Pero conseguí sobrevivir. Fue muy duro para todos tener que empezar una nueva vida, pero nunca perdimos la esperanza. Con la ayuda del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y otras organizaciones internacionales, empezamos a trabajar en la recuperación.
El PNUD me ofreció la posibilidad de convertirme en Voluntaria ONU, lo que me permitió a ayudar a otros supervivientes. ¿Cómo? Llegando a la comunidad a través de proyectos de desarrollo del PNUD con los fondos de KOIKA (agencia de cooperación internacional de Corea), el Gobierno de Japón, la Unión Europea y muchos otros países. Proporcionamos refugio, comida, ropa, agua, dinero por trabajo, comida por trabajo, medios de subsistencia y capacitaciones sobre la reducción del riesgo de desastres.
Cuando el tifón Yolanda asoló las Bisayas Orientales, causó incalculables daños en vidas, viviendas, infraestructuras y medios de subsistencia. El PNUD estableció proyectos como el llamado “Dinero por trabajo”, que consistía en limpiar los escombros y liberar los canales y sistemas de drenaje, reparar centros de salud rurales, limpiar y habilitar carreteras y caminos, escuelas, iglesias y centros comunitarios en todos los “barangayes” (o distritos) en Tacloban, Palo, Tolosa, Tanauan, Dulag, Julita, Lapaz y MacArthur, todos en la provincia de Leyte.
Posteriormente, el PNUD ideó un proyecto llamado Generación de empleo directo. Se trataba de un proyecto piloto muy innovador que proporcionaba a trabajadores desempleados a causa del tifón una oportunidad de obtener un certificado nacional a través de la autoridad de educación técnica y desarrollo de capacidades. Así, gracias a una formación en el lugar de trabajo fueron capaces de encontrar empleo en empresas locales del sector privado. Nosotros seleccionábamos cuidadosamente a los participantes en las formaciones procedentes de distintos distritos de Tacloban en función de su interés por participar en el programa. A lo largo de la formación, suministrábamos las herramientas necesarias y un salario. Al final del programa, los participantes recibían un certificado nacional basado en el área elegida.
Pude ver, y participar, en el logro y éxito de los proyectos facilitados por el PNUD y otras ONG para ayudar a la población al suministrarles un medio de vida inmediato. Esto supuso un gran impacto en los beneficiarios, ya que les devolvió los bienes y el sustento que habían perdido a causa del tifón.
Además, en el programa de reducción del riesgo de desastres, el PNUD facilitó formaciones para que la gente pudiera estar capacitada y preparada ante otro posible tifón. Y, aunque todo aquello era nuevo para ellos, siguieron las instrucciones al pie de la letra, hasta el punto de que, cuando el siguiente tifón, el Hagupit (conocido en Filipinas como Ruby) asoló la región meses más tarde, la gente ya estaba preparada. Mucho antes de que llegara el tifón, la zona ya se había evacuado y se habían aplicado y seguido las instrucciones aprendidas en las formaciones que habíamos impartido.
Estoy muy contenta de haber contribuido a la recuperación de mi país como Voluntaria ONU a través de la asistencia con los proyectos de recuperación temprana, limpieza de escombros y medios de subsistencia. Asimismo, nuestras capacitaciones dirigidas a la población relacionadas con la reducción del riesgo de desastres han contribuido al desarrollo de la comunidad en Leyte, Región 8 de las Islas Bisayas filipinas, un lugar al que llega un tifón por año.