Mi nombre es Francesca Pinna y soy Voluntaria de las Naciones Unidas en la oficina de país del Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD) en Haití. Nunca pensé que me acabaría involucrando en el campo de la reducción del riesgo de desastres. Ocurrió por casualidad, tras el terremoto que asoló la ciudad de Aquila, en Italia, en 2009.
Puerto Príncipe, Haití: Mi nombre es Francesca Pinna y soy Voluntaria de las Naciones Unidas en la oficina de país del Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD) en Haití.
Nunca pensé que me acabaría involucrando en el campo de la reducción del riesgo de desastres. Ocurrió por casualidad, tras el terremoto que asoló la ciudad de Aquila, en Italia, en 2009. Me di cuenta de lo que puede llegar a causar un desastre natural inesperado y de la destrucción que se podría haber evitado si se hubiera contado con un conocimiento apropiado del riesgo de desastres y una preparación previa adecuada.
Esa ocasión fue también la primera vez que vi la importancia y el poder que tienen los voluntarios. Personas que venía a ayudar a otras personas que se habían visto afectadas por el terremoto. Los voluntarios fueron los que reaccionaron inmediatamente y los que se preocuparon por los más necesitados. Me encantó aquella energía y decidí que quería formar parte de ello.
Después de un período en Senegal como Joven Voluntaria ONU, donde me asignaron a la división del Programa de emergencia regional como representante de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en el área regional para la reducción del riesgo de desastres, me ofrecieron una asignación como Voluntaria ONU en el PNUD en la unidad para la reducción del riesgo de desastres en Haití. Allí encontré un ambiente muy diferente al que había dejado en Senegal. Todo era mucho más complicado y confuso.
En Haití, básicamente me he ocupado de tareas de comunicación y de movilización de recursos. He tenido la oportunidad y el placer de colaborar con el Comité nacional de educación pública y concientización, el cual agrupa los principales interesados en la reducción del riesgo de desastres que dan su apoyo a la dirección de protección civil en el país. Dicho comité tiene como objetivo dar a conocer entre la población los principales riesgos de desastres y la implementación de buenas prácticas durante todas las fases de un desastre.
Además de colaborar con este comité, también participé activamente en la organización de diversos eventos, especialmente en actividades de “observación urbana”, en las que voluntarios acompañan a niños para identificar riesgos de desastres en sus ciudades y proponer soluciones, y en los “viernes de protección civil”, donde los voluntarios acudían a determinadas escuelas y enseñaban las mejores prácticas para poner en marcha antes, durante y tras un desastre.
Los voluntarios con los que tuve la oportunidad de trabajar son un ejemplo del cuidado mutuo, de la dedicación para mejorar la sociedad y un símbolo de cómo se puede llegar a la excelencia en un área de trabajo sin tener en cuenta el propio status profesional. Fue en Haití donde realmente entendí el poder del voluntariado y la inspiración que emana a los demás, y no solamente a través de acciones sino con el ejemplo. El poder de ser una persona que se compromete con los problemas ajenos es un elemento de éxito en el desarrollo que no se debería pasar por alto en la nueva era para después de 2015.
La determinación, comprensión y empatía con la que cuentan los voluntarios hacen de estos un valioso recurso que garantiza el contacto directo con los beneficiarios. Gracias a oportunidades como las que me ha brindado el programa de Voluntarios de las Naciones Unidas, mis capacidades técnicas se han visto enriquecidas y mi motivación en seguir activa en esta área de trabajo es mayor que nunca.
Mi espíritu de voluntaria seguirá en cualquier tarea que desempeñe.