La Subsecretaria General de la ONU, Administradora Adjunta del PNUD y Directora de la Oficina de Promoción y Relaciones Externas, la Sra. Ulrika Modeer, reflexiona sobre su experiencia como Voluntaria ONU en Guatemala a fines de la década de 1990. La Sra. Modeer comenzó su asignación después de la guerra civil y la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera. Nos cuenta sobre la capacidad del voluntariado para conectar a las organizaciones y personas que trabajan en desarrollo internacional con su propósito.
Creo fervientemente en el poder del voluntariado para promover cambios: en el individuo, en las comunidades y en las organizaciones a las que sirven.
En mi papel como Administradora Asistente y Directora de la Oficina de Relaciones Externas y Promoción del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), me enorgullece trabajar con una organización que se encuentra entre las principales impulsoras, apoyando a los países para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Diariamente veo la contribución de las Voluntarias y los Voluntarios de las Naciones Unidas a nuestro trabajo. Son una importante red que nos permiten mantenernos conectados con nuestro propósito y no dejar a nadie atrás.
Mi historia con el PNUD, y mi propia experiencia con el voluntariado, se remonta a 1997 cuando fui voluntaria ONU del PNUD como especialista en Guatemala. Me ubicaron en el municipio de Sololá, con el comité cívico.
Como parte de los acuerdos de paz firmados en 1996, las personas pertenecientes a pueblos indígenas de Guatemala, que habían soportado años de arraigado racismo y abandono, y que aún así comprendían casi la mitad de la compleja población multiétnica, multicultural y multilingüe de Guatemala, pudieron por primera vez postularse para cargos públicos formando más allá de los partidos políticos tradicionales lo que se denominó comités cívicos. Era mi tarea brindar apoyo técnico en el municipio apoyándolos en la planificación y las alianzas. Fue desafiante no solo para mí, sino también para el municipio de Sololá, además de que la situación era muy nueva para ellos.
Mi interés en la asignación en Guatemala surgió de mis estudios universitarios, donde me había centrado en los derechos de los pueblos indígenas. Llegué a Guatemala por mi cuenta y tuve un proceso de inmersión bastante largo. Aunque había viajado y vivido en el extranjero, la experiencia fue desafiante y frustrante, especialmente al principio. Carecía de experiencia y estaba luchando por encontrar la mejor manera de apoyar y comprender los procesos organizativos dentro del municipio y no tenía orientación ni apoyo del programa VNU o del PNUD.
Con tantas tareas diferentes que cumplir, salí a la carretera. Tomé mi propio automóvil y conduje hasta las comunidades con quienes trabajábamos en el municipio. Sentí que necesitaba llegar a las personas para las que servía, así que trabajé duro para convertirme en parte de un equipo y crear confianza, y una forma de hacerlo fue brindar un apoyo práctico.
Trabajé en estrecha colaboración con las funcionarias y funcionarios públicos recién contratados. Además, fui el puente entre el personal antiguo y el nuevo. Apoyé los servicios de planificación del municipio de Sololá y coordiné con otros municipios que también habían experimentado un cambio político bastante abrupto, a nivel regional y en todo el país.
Cuando trabajas en desarrollo internacional, es importante tener experiencia a nivel local. Ciertamente aprendí mucho al salir y conectarme en las comunidades. Mi experiencia como voluntaria ONU fue buena, las personas estaban muy agradecidas y eran muy amables.
Sin embargo, también aprendí el valor de una buena preparación. Fue una experiencia tan nueva para todas las personas involucradas, pero con más preparación podría haber sido un comienzo mucho más beneficioso.
Por iniciativa propia, traté de llevar mi experiencia al PNUD Guatemala y contarles cómo percibía el desarrollo a nivel local. El fortalecimiento de la democracia dentro de las comunidades era muy necesario en ese momento y pensar que un voluntario o voluntaria ONU internacional era la mejor solución es quizás cuestionable. Sin embargo, demostró que el PNUD, como lo hacemos hoy, recurre a todos los niveles de personal, con sus diversas habilidades, y que incluso un/a Voluntario/a de las Naciones Unidas puede hacer una valiosa contribución.
Las Voluntarias y los Voluntarios ONU trabajan muy cerca de las comunidades y deben contribuir a la dirección que toma la organización en la que sirven.
Mi experiencia como Voluntaria de las Naciones Unidas fue emotiva, única y desafiante, y estoy feliz de haber tenido la oportunidad. En esta etapa de mi carrera, puedo ver que para ser trabajadores/as profesionales de desarrollo internacional, necesitamos experiencia trabajando en el terreno y debemos volver al nivel local a lo largo de nuestras carreras.
Ya sea que trabajes en tu hogar, en tu comunidad o en el extranjero, la experiencia del voluntariado te forma y enriquece, brindándote una base sólida para formular políticas y prácticas para el desarrollo.