En la Franja de Gaza, Estado de Palestina, el desempleo roza el 42 por ciento. El problema se explica en parte por la persistencia del conflicto que, a pesar de las ayudas nacionales e internacionales, impide la sostenibilidad de las actividades económicas. A esto debemos sumar la falta de participación de las mujeres en la economía y en el proceso de socorro. El Estudio interagencial sobre necesidades de género de 2009 puso en evidencia que el 93 por ciento de las mujeres cabeza de hogar nunca había participado en tareas de socorro.
Crear oportunidades para todos
Tanto en educación como en materia de empleo, en Gaza no se ofrecen las mismas oportunidades a hombres y mujeres. Las cosas están comenzando a cambiar gracias a los programas puestos en marcha por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el programa de Voluntarios de las Naciones Unidas (VNU), que de manera conjunta promueven la igualdad de género a través del voluntariado y la participación femenina. En la actualidad, 26 de los 60 Voluntarios ONU presentes en el Estado de Palestina son mujeres.
El desarrollo de una sociedad depende de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres… los hombres y las mujeres deben trabajar codo a codo y respetarse mutuamente.
Los esfuerzos de PNUD y del programa VNU se dirigen por igual a hombres y mujeres. Con el desarrollo de las capacidades también aumentan las oportunidades de empleo para los jóvenes, quienes a la hora de traducir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) al nivel local pueden hacer aportaciones originales para mejorar la vida de sus comunidades.
Reconstruir la educación
Durante el conflicto de 2014 en la Franja de Gaza fueron afectadas o destruidas 226 escuelas, 70 de las cuales eran administradas por el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS).
Para hacer frente a la reconstrucción de las aulas de Gaza, el PNUD recibió un préstamo comisionado de 21 millones de dólares. UNICEF cooperó con el proyecto para asegurar que las nuevas instalaciones educativas sean inclusivas y a medida de niños y niñas.
El programa Right to Education (Derecho a la educación) es una de las iniciativas que permitirán cumplir este objetivo. Dimensionado para reconstruir y remodelar 194 aulas, se propone brindar acceso a la educación a 600.000 alumnos de Gaza.
Aliaa Abu Shawish es una ingeniera civil movilizada por el programa. Al egresar de la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad Islámica de Gaza en 2009, estuvo más de un año desempleada. En "Derecho a la educación" su misión es inspeccionar el trabajo cotidiano de subcontratistas y obreros de una serie de escuelas en construcción, y certificar que todos los materiales utilizados sean conformes a las especificaciones.
La experiencia tuvo un gran impacto en las competencias técnicas y humanas de Aliaa. Además de ampliar sus conocimientos específicos de manera significativa, le permitió mejorar su capacidad para comunicarse y establecer relaciones interpersonales, progresos que seguramente impulsarán su carrera.
Inspirar la igualdad de género
Aliaa es actualmente una de los nueve Voluntarios ONU que apoyan el programa "Derecho a la educación". Está convencida de que el desarrollo de una sociedad depende de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, y de que los hombres y las mujeres deben trabajar codo a codo y respetarse.
Desgraciadamente, para las jóvenes de Gaza como Aliaa no siempre es posible trabajar en su profesión: “Ser ingeniera civil fue un enorme desafío. Para que mis sueños se hicieran realidad tuve que enfrentarme con mi familia y mi comunidad y luchar con todas mis fuerzas”.
A través de programas de promoción de la igualdad de género, cada vez más personas como Aliaa se convierten en catalizadoras del cambio que empoderan y son fuente de inspiración para la participación de otras personas.
Aunar a las comunidades
Otro ámbito en el que el PNUD ha movilizado voluntarios es para la retirada de escombros. Mona Ouda es una de los quince ingenieros que están poniendo los cimientos para la reconstrucción de la región. “Trabajar en el terreno es un enorme reto. Nos movemos todo el día entre los escombros y el polvo para que puedan mejorar las condiciones de vida en nuestras comunidades y se abra el camino hacia la reconstrucción de nuestros hogares”, dice.
Pero como mujer, la tarea de Mona no se limita a lo profesional. “Las mujeres beneficiarias del programa me vienen a contar cómo les han demolido la casa, me hablan de su situación económica, de sus vidas. Además de una ingeniera, soy una mujer que apoya a otras mujeres en el terreno y eso me hace sentir orgullosa”, recuerda.
Para Mona su papel contribuye a aunar a las comunidades y a poner las iniciativas de la ONU en relación con las necesidades locales en materia de soluciones sostenibles.