En febrero de 2017, las Naciones Unidas declararon formalmente el estado de hambruna en zonas de Sudán del Sur y alertaron de que “la guerra y el colapso de la economía han sumido a 100.000 personas en el hambre y han dejado a un millón más en lo que se clasifica como al borde de la hambruna”.
El Voluntario de la ONU internacional Solomon Bekele (Etiopía) presta servicio en Sudán del Sur desde abril de 2016 como Especialista en Educación y Alfabetización de ganaderos dentro de un proyecto de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) cuyo objetivo es fomentar los conocimientos y la educación para fortalecer los medios de subsistencia de los ganaderos en Sudán del Sur.
El proyecto, que consiste en una intervención integral tanto sobre la educación como sobre las actividades productivas, proporciona recursos de lectoescritura y aritmética y habilidades prácticas a comunidades ganaderas en once campamentos. El objetivo general es contribuir al desarrollo de la seguridad alimentaria y la nutrición en cinco condados sursudaneses –Rumbek Central, Wulu, Yirol del Este, Yirol del Oeste y Awerial– que antiguamente formaban el Estado de Lagos.
La zona en la que viven las comunidades beneficiarias se ve afectada periódicamente por conflictos generados por la carencia de alimentos, el desempleo juvenil y el hurto de ganado. La falta de acceso a la educación, sumada a la amenaza del hambre, colocan a la seguridad alimentaria en la prioridad más alta.
“En este proyecto de la UNESCO he sido responsable de impartir en el terreno los módulos de alfabetización, aritmética y habilidades prácticas en las distintas localidades”, explica Solomon. “Las acciones apuntan a integrar los aspectos educativos con los prácticos para que la comunidad lidere su propio desarrollo y la seguridad alimentaria se haga realidad”.
Una de las acciones consiste en establecer comités de gestión comunitarios en cada sede del proyecto. Los miembros de los comités trabajan de manera voluntaria y son responsables de administrar y gestionar los módulos del respectivo campamento ganadero.
Después de proporcionarles algo de orientación, a muchas personas les quedó claro que podían emplear sus esfuerzos voluntarios para avanzar en su propio desarrollo local.
“Cuando comencé pensaba que iba a enseñar a los integrantes de las comunidades a hacer voluntariado para el desarrollo, pero descubrí que a su manera ya lo practicaban”, añade. “Hay jefes y líderes juveniles locales que prestan servicio en sus localidades como voluntarios en distintas ramas. Los que conocí no se llaman a sí mismos voluntarios, pero se ayudan mutuamente de forma muy activa”.
Las responsabilidades de los comités de gestión establecidos por el proyecto comprenden: asegurar que maestros y facilitadores comunitarios asistan a clases; instalar espacios para el aprendizaje; promover la educación de niños y jóvenes; seleccionar trabajadores en sanidad animal; y planear y aplicar en la comunidad las estrategias de mitigación del riesgo de desastres. Todas son actividades que apuntan al aumento de la seguridad alimentaria dentro de esta región sursudanesa.
“La tradición de voluntariado también existe en mi país, Etiopía, donde funcionan comités de voluntarios comunitarios o ‘líderes ancianos’ elegidos democráticamente por las comunidades locales, cuyos miembros prestan servicio de forma voluntaria hasta el final del mandato”, concluye.
Este proyecto es ejecutado de forma conjunta por la UNESCO y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con fondos de la Unión Europea, en asociación con los Ministerios de Educación General e Instrucción, Agricultura y Seguridad Alimentaria, y Ganadería y Pesca de Sudán del Sur.
En febrero de 2017, las Naciones Unidas declararon formalmente el estado de hambruna en zonas de Sudán del Sur (artículo en inglés) y alertaron de que “la guerra y el colapso de la economía han sumido a 100.000 personas en el hambre y han dejado a un millón más en lo que se clasifica como al borde de la hambruna”.