Con motivo del Día Internacional de la Paz, entrevistamos a la Voluntaria de las Naciones Unidas Geraldine Chioma Nzulumike (Nigeria), que presta servicio como Oficial de Socorro, Reintegración y Protección en la Misión de las Naciones Unidas en Sudán del Sur (UNMISS). Comparte su experiencia de trabajo en un lugar de destino difícil, donde sus actividades cotidianas incluyen proteger a los demás, garantizar la seguridad y la dignidad de las personas, así como facilitarles el acceso a servicios básicos.
¿Cuáles son los aspectos más destacados de su misión y con qué personas se relaciona en su labor cotidiana?
Como Oficial de Socorro, Reintegración y Protección, mis principales responsabilidades incluyen facilitar la protección de los civiles, la creación de un entorno propicio para el retorno seguro, digno y voluntario, la integración sostenible de los retornados y la aplicación del Capítulo 3 del Acuerdo Revitalizado para la Resolución del Conflicto en la República de Sudán del Sur, que se centra en la asistencia humanitaria y la reconstrucción.
En resumen, mis actividades cotidianas se orientan hacia la protección de la población civil y abarcan todas las actividades encaminadas a obtener el pleno respeto de los derechos individuales de la personalidad de conformidad con el derecho internacional humanitario, de los derechos humanos y de los refugiados. También incluyen actividades que garanticen la seguridad y la dignidad, así como el acceso a los servicios básicos.
Algunas de las actividades que llevo a cabo en mi misión son la supervisión de la protección, la facilitación de la ejecución de los Proyectos de Efecto Rápido de la UNMISS, la participación de la comunidad, las patrullas, las evaluaciones de la protección, la planificación, el análisis, la promoción, la elaboración de informes y la facilitación de capacitación profesional para mujeres y jóvenes. Geraldine Chioma Nzulumike, Voluntaria de las Naciones Unidas Oficial de Socorro, Reintegración y Protección, UNMISS
Todos los días interactúo con diversos segmentos de las comunidades, como grupos de mujeres, representantes de la juventud, jefes, ancianos y otros. También colaboro con asociados humanitarios (tanto organizaciones no gubernamentales como entidades de la ONU), la Comisión de Socorro y Rehabilitación, y el personal de diversos ministerios gubernamentales. Aunque mis conversaciones con este variado grupo de personas abarcan diversos temas, todos ellos están orientados a la protección de la población civil y a garantizar el suministro seguro de la ayuda humanitaria.
¿Cómo ha influido su trabajo en las personas a las que presta servicio?
Aunque se trata de un trabajo en curso y no es tan fácil de medir, diré que a través de la creación de capacidades, la promoción y la mejora de los sistemas existentes, mi trabajo ha mejorado en cierta medida la capacidad de las personas, comunidades e instituciones de proteger a la población civil.
Por ejemplo, durante los talleres, las evaluaciones y las reuniones, junto con mis compañeros de equipo, creamos un entorno para que los miembros de la comunidad se implicaran con sus líderes a nivel estatal y de condado en identificar y abordar los problemas de protección mediante el uso de los recursos disponibles. Gracias a la implicación de la comunidad, la gente comprende mejor que proteger a los civiles es una responsabilidad primordial del Gobierno (con el apoyo de otros asociados).
Nuestros continuos compromisos, evaluaciones y seguimiento influyen a veces en las patrullas de la UNMISS que se dirigen a lugares conflictivos, lo que contribuye a impedir la violencia. Mi sección es la Secretaría de Proyectos de Efecto Rápido de la UNMISS, por lo que a menudo participo en todo el ciclo de vida de dichos proyectos.
Suelen ser propiedad de las comunidades, que participan en todas las fases, desde la identificación del proyecto hasta su entrega. Complementan los esfuerzos del Gobierno por prestar servicios básicos, reforzar el estado de derecho y los sistemas de justicia y mejorar la capacidad general de las instituciones gubernamentales, lo que a su vez fomenta la confianza en el Gobierno y respalda los procesos de retorno y reintegración de la población desplazada.
Además, trabajamos para ofrecer formación en competencias profesionales y medios de vida a mujeres y jóvenes. Para las mujeres, estas formaciones también contribuyen a reducir las incidencias de violencia sexual y de género contra ellas y a mejorar su participación en los procesos de toma de decisiones. La formación ofrece a los jóvenes medios de subsistencia y reduce los casos de violencia entre comunidades.
¿Cuáles han sido sus mayores retos y lecciones?
Mi mayor reto es tener que adaptarme rápidamente a las distintas culturas que encuentro. Esto implica intentar comprender lo que es respetuoso e irrespetuoso en las distintas culturas, tanto dentro de Sudán del Sur como entre las diversas nacionalidades con las que trabajo. Esto me ha sacado totalmente de mi zona de confort, pero ha mejorado mucho mi capacidad de adaptación y mis habilidades interpersonales.
En el contexto de Sudán del Sur, creo que entender las culturas ayuda a diseñar soluciones para abordar los persistentes retos que asolan el país.
En algunos pueblos, por ejemplo, algunas mujeres no suelen sentirse cómodas hablando en presencia de hombres e incluso cuando lo hacen, puede que no ofrezcan un relato completo. Al comprender estas realidades, mis compañeros de equipo y yo somos capaces de diseñar soluciones respetuosas e inclusivas.
Otro reto al que me he enfrentado es la gestión de las expectativas. El conflicto, los desastres naturales y el cambio climático sufridos por la población de Sudán del Sur han creado una serie de problemas, carencias y necesidades que conducen a un círculo vicioso de pobreza y nuevos conflictos. Sin embargo, he aprendido que compartir la información pertinente con las comunidades mejora la comprensión: la gente aprecia que se la haga partícipe.
Por ejemplo, compartir continuamente información sobre el mandato de la UNMISS y las actividades de promoción nos ha ayudado a menudo a mantener nuestras relaciones de trabajo con las comunidades. Además, fomentar la implicación de la comunidad en las actividades e iniciativas comunitarias promueve la sostenibilidad y la resiliencia.
¿Qué es lo que más le enorgullece de su misión?
En general, diré que trabajar con representantes de la comunidad para identificar problemas y aplicar soluciones a esos problemas en colaboración con el Gobierno es satisfactorio. En esta línea de trabajo, el cambio se consigue sobre todo a largo plazo, por lo que no siempre es fácil señalar los resultados de nuestro trabajo, pero siempre que puedo, esos momentos me enorgullecen.
Estoy orgullosa de la implicación de la comunidad y del enfoque de responsabilización que hemos adoptado en la ejecución de los programas. Interactuar con miembros de diversas comunidades independientemente de su identidad, animarlos a tomar iniciativas propias, ver a la gente trabajar unida por un objetivo común y hacer que la gente se sienta escuchada, permite realizar un trabajo sostenible y aceptable.
En su opinión, ¿qué significa ser voluntario? ¿Cómo ha influido el voluntariado en su vida y en la de las personas que ha conocido?
El voluntariado es una expresión de amor; implica empatizar con la gente y formar parte de la solución (en cualquier rol) para lograr un cambio positivo. Implica tratar a las personas con honor, dignidad y respeto, independientemente de su identidad.
Para mí, el voluntariado comenzó en mi país natal, Nigeria, donde me centré sobre todo en las visitas a las prisiones para identificar y apoyar a los reclusos que necesitaban servicios jurídicos gratuitos. También participé en encuentros con adolescentes para ayudarles a comprender las vías de acceso a las carreras jurídicas.
Sin embargo, un incidente en mi vida me hizo decidir que quería tener más impacto y este camino me llevó al programa de Voluntarios de las Naciones Unidas (VNU). Me incorporé a la Misión de las Naciones Unidas en Sudán del Sur (UNMISS) como Voluntaria de la ONU, donde trabajo en la Sección de Protección, Transición y Reintegración. Primero estuve destinada a la oficina sobre el terreno de la misión en Bentiu y actualmente estoy en la oficina sobre el terreno de Torit.
El voluntariado formal a través del programa VNU me ha puesto en contacto con un conjunto diverso de personas y culturas y me ha hecho comprender que, al fin y al cabo, somos más parecidos de lo que pensamos porque todos somos seres humanos que luchan por sobrevivir. Esto me ha enseñado a ser más tolerante y complaciente, lo que a su vez ha mejorado mis interacciones con la gente.