“Que haya mujeres y hombres afrodescendientes ejerciendo roles de voluntariado nos convierte en referentes para quienes están y para quienes van a venir” comenta Glenda Joanna Wetherborn, voluntaria ONU afrodescendiente, sirviendo como Experta en Género y Derechos Humanos en la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) en Guatemala. Glenda Joanna junto a dos colegas voluntarias afrodescendientes, cuentan sus experiencias abordando la inclusión y discriminación.
La diversidad de culturas e identidades es un sello de América Latina y Caribe. En el Día de las Naciones Unidas, reconozcamos los esfuerzos del Sistema de la ONU en la región por implementar, junto a Voluntarios y Voluntarias ONU, soluciones inclusivas, innovadoras y respetuosas de las distintas visiones.
“La discriminación, exclusión y racismo estructural hacia personas y comunidades afrodescendientes, supone enormes brechas de desigualdad social. Ello se traduce en limitaciones para el pleno ejercicio de sus derechos, en falta de acceso a bienes y servicios públicos y en condiciones menos favorables para gozar oportunidades de desarrollo y una vida digna”, comenta Glenda Joanna Wetherborn.
La población afrodescendiente carga además con el peso de estereotipos y prejuicios en los imaginarios sociales. “Las mujeres sufren dolores y enfermedades corporales por cargar con imaginarios como que el sol no les quema, tienen más fuerza o no se enferman” comenta Diana Torres Gusman, voluntaria ONU afrodescendiente sirviendo en Apoyo Territorial al Programa Pro-Defensoras para ONU Mujeres en Colombia.
En Colombia, la situación empeora a causa del conflicto armado. “Las mujeres negras son quienes más sufren. Matan a sus maridos y a sus hijos, las desplazan, las empobrecen y, en medio de ello, tienen que alzar la voz y volverse actoras políticas para defender sus derechos. Es una carga muy dura”, continúa Diana.
La experiencia personal de Soleir Valecillos Alza, voluntaria ONU afrodescendiente sirviendo como Monitora Comunitaria para la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) Venezuela, es un ejemplo de estas complejidades. “Trabajo desde los 14 años, fui mujer cabeza de familia y cuidadora de mi madre mientras estudiaba en la universidad. Esta es la realidad de muchas mujeres que viven en la pobreza y se les dificulta cumplir sus metas”.
Según datos de 2018 del Banco Mundial, 1 de cada 4 personas se identifica como afrodescendiente conformando la minoría más grande con 133 millones de personas. El 91% están concentrados en Brasil y Venezuela mientras que un 7% en Colombia, Cuba, Ecuador y México. Sin embargo, tienen 50% más de probabilidades de vivir en la pobreza crónica que blancos y mestizos, impactando negativamente en sus oportunidades de ascenso social.
En Guatemala, son 47,176 los afrodescendientes y garífunas que enfrentan condiciones de vulnerabilidad (Censo Nacional en Guatemala) En Uruguay, son 14% y 24% menos propensos a terminar la escuela primaria y secundaria respectivamente.
Del total de personas víctimas de homicidios en Brasil en 2017, un 75% eran afrodescendientes. Así mismo, las jóvenes afrodescendientes de entre 15 y 29 años tienen 2 veces más probabilidades de ser asesinadas que las blancas de la misma edad (Niñez y Adolescencia Afrodescendiente en América Latina y el Caribe, Comisión Económica Para América Latina y el Caribe, 2021)
¿Cómo contribuir a reducir estas brechas en el acceso a una vida digna? Parte de la solución es promover la diversidad e inclusión en los equipos de trabajo, para así construir soluciones basadas en la interculturalidad.
Diana, Glenda Joanna y Soleir son Voluntarias ONU con una larga trayectoria profesional que vienen contribuyendo a la representación y reivindicación afrodescendiente dentro y fuera de la ONU. “La ausencia de personas afro en los espacios de poder, significa que sus agendas y prioridades no son incorporadas. Puede haber una persona sensible y empática pero, al final, nuestra experiencia e identidad pueden quedar por fuera y no ser representadas", resalta Glenda Joanna.
Sabemos que los esfuerzos valen doble si son colectivos, por lo que invitar a sus colegas a la autorreflexión fue fundamental para Diana Torres. En el marco de ONU Mujeres Colombia, facilitó un taller para debatir qué es ser mujer afro en las agencias de la ONU.
“En las iniciativas nos encontramos con mujeres negras e indígenas con quienes conectamos como pares gracias a una confianza y entendimiento mutuo. Para no dejar a nadie atrás, es necesario empoderar a quienes le privaron la voz", comenta Diana.
“Las personas necesitan de personas para salir adelante. Por ello, mi mayor aporte es mostrarle a cada niña afrodescendiente que una mujer de cabello rizado como ellas, puede llegar al lugar donde siempre soñaron” concluye Soleir.