Gisela Hurschler (segunda por la izquierda), pasante VNU internacional cuya asignación es íntegramente financiada por la Agencia Suiza para el desarrollo y la cooperación, durante una visita de seguimiento en un centro infantil de Huacaya, Chaco. (Programa VNU)

Por el desarrollo infantil integral y la educación alternativa

Y será esta sonrisa, este apretón de manos, este “gracias”, esta mirada de complicidad lo que espero que convierta mi voluntariado no sólo en una experiencia de vida y aprendizaje para mí, sino también para cada una de las personas y contrapartes con las que he construido un cachito de este camino que nos lleva hacia el futuro.

Chuquisaca, Bolivia:  Son las seis de la mañana. Soñolienta subo a la vagoneta que me espera en la puerta de casa. Mis compañeros de trabajo ya se encuentran en la movilidad, listos para nuestro viaje de monitoreo. Pronto me dejo hipnotizar por el zumbido del motor, abandonándome a mis pensamientos. Entretanto, hasta logro dormir por intervalos, pues me he acostumbrado a las sacudidas a lo largo del camino de piedras sin las cuales una salida al campo no es salida al campo. Faltan unas siete horas para llegar al municipio que tenemos planeado visitar.

Todo dependerá de los imprevistos: bloqueos no anunciados, trasvases o vacas que se asolean en medio de la carretera y no se animan a ceder el paso. Pero esta vez tenemos suerte. Llegamos incluso un poco antes de la hora. Además, el Alcalde está en el municipio y aprovechamos para informarle sobre nuestra visita y conversar sobre algunos problemas en la implementación del componente de Desarrollo Infantil Integral*.

Más tarde se ha programado la visita de dos centros infantiles en compañía del técnico municipal de la zona encargado de garantizar su buen funcionamiento. Después de casi otra hora de viaje, percibimos a lo lejos el primer centro. La educadora nos informa que aún no ha recibido su pago de los meses anteriores y le recuerdo al técnico que es su responsabilidad asegurar que se pague a las educadoras a tiempo.

La educadora nos muestra el centro, nos habla de cada niño y comparte con nosotros las alegrías y dificultades de su labor. Por la tarde, nuestra visita continúa por caminos pedregosos. Al llegar al segundo centro, la educadora se queja de no contar con suficientes juguetes y que los padres de familia no quieren hacer sus aportes en alimentos. Le sugerimos fabricar juguetes con materiales de la región para no depender tanto de donaciones externas. Además, le recomiendo al técnico municipal trabajar el tema de juguetes con materiales reciclados en la próxima capacitación de educadoras y de hablar de la obligación de hacer los aportes alimenticios en la próxima reunión con padres, pues son indispensables para la buena atención en los centros.

La visita termina con algunos juegos de corro que les enseñamos a la educadora y a los niños/as. Al jugar, los niños/as que primero se mostraron tímidos frente a la visita de tan lejos, se comienzan a abrir, toman más confianza y, cuando estamos a punto de despedirnos, ya no quieren dejarnos ir, cantándonos una canción de despedida tras otra... Durante el camino de regreso, recuerdo sus manitas que agarran las mías, sus sonrisas, y resuenan en mí las palabras de agradecimiento de la educadora por habernos interesado por su trabajo.

Momentos como estos constituyen tan sólo una faceta de mis múltiples ocupaciones como pasante VNU internacional. Sin embargo, quizá sean los momentos más cruciales, ya que le dan un nombre y una cara al trabajo para la infancia.

Como pasante VNU en el sector educación con UNICEF, soy el punto focal de UNICEF en Desarrollo Infantil Integral y Educación Alternativa a nivel departamental en Chuquisaca. Mi tarea principal es dar asistencia técnica a las contrapartes municipales en la implementación de actividades en diez municipios rurales, cinco en el área andina y cinco en el Chaco.

Además de las visitas de seguimiento a Centros Infantiles y de Educación Alternativa, organizo y participo en reuniones departamentales para los técnicos municipales en Desarrollo Infantil Integral para reforzar el intercambio de experiencias, apoyo a los técnicos en actividades específicas que requieren mi ayuda, por ejemplo en talleres de capacitación o en el proceso de rendición de cuentas, y coordino con los Servicios Departamentales de Educación y Gestión Social y los gobiernos municipales.

Además, hago mucha abogacía para sensibilizar a los servicios y autoridades sobre la importancia de una buena atención en la primera infancia, ya que es un tema aún poco anclado en las políticas públicas de Bolivia. También apoyo el proceso de elaboración de políticas locales en Desarrollo Infantil en dos municipios y la recogida de datos sobre la primera infancia que permiten medir el estado de la infancia boliviana.

Durante mi año como pasante VNU, trabajar –en especial en el ámbito del Desarrollo Infantil Integral– no sólo me ha permitido ampliar mis conocimientos sobre la primera infancia, sino que la lucha por el bienestar de los más pequeños se ha convertido en mi  verdadera pasión. Además, gracias a la diversidad de mis tareas he aprendido tanto a nivel operacional como estratégico en el seno de una gran organización internacional como es UNICEF.

El aprendizaje continuo, el apoyo que en todo momento he sentido por parte de mis supervisores y colegas en UNICEF y el hecho de estar diariamente en contacto con gente con horizontes muy diversos quizá haya constituido el aspecto más enriquecedor de mi experiencia como voluntaria.

La buena mezcla entre “trabajo de escritorio” y un intercambio más directo con los beneficiarios y las contrapartes me ha motivado cada día para dar lo mejor de mí y mostrar que trabajar como voluntaria es más que cumplir con un horario de oficina. Es estar a la escucha de las múltiples demandas de las contrapartes e intentar buscar soluciones conjuntamente. Es mostrar un compromiso con la gente de Bolivia, sobre todo con los más chiquitos. Es crear relaciones amigables basadas en el respeto mutuo a pesar de las diferencias culturales. Es intentar adoptar el prisma de la gente del campo, escuchar sus visiones y experiencias de vida y construir juntos perspectivas de un futuro mejor, contribuyendo así al cumplimiento de los Objetivos del Milenio.

Y será esta sonrisa, este apretón de manos, este “gracias”, esta mirada de complicidad  lo que espero que convierta mi voluntariado no sólo en una experiencia de vida y aprendizaje para mí, sino también para cada una de las personas y contrapartes con las que he construido un cachito de este camino que nos lleva hacia el futuro.

*Programas de atención no escolarizados para niños de 0 a 6 años (normalmente se trata de la atención en centros infantiles).