Cuando el viento huracanado comenzó a azotar Delakado ese día, las infraestructuras colapsaron por completo y las casas comenzaron a derrumbarse. Todas menos una. Los 300 habitantes del pueblo consiguieron esconderse bajo las tarimas de una casa que había sido edificada con unos estándares de construcción más elevados. Las personas más fuertes se quedaron arriba y utilizaron toda su fuerza para sujetar las paredes hasta que amainó la tormenta. De forma increíble, no falleció nadie. Fue un milagroso esfuerzo comunitario que allanó el camino para la posterior reconstrucción. 
06 November 2017
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