En la respuesta a la emergencia por el terremoto de abril de 2016 en Ecuador, mi trabajo como Voluntaria ONU nacional, Oficial de Protección, con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) consistía en promover la participación de las mujeres y de las adolescentes en los procesos de toma de decisiones dentro de los albergues.
Muchas de las actividades que desarrollaba estaban directamente relacionadas con las familias afectadas por el terremoto, específicamente con las mujeres y sus hijas e hijos en espacios de capacitación para la prevención de la violencia de género, ayudando a las mujeres y a sus familias a identificar patrones violentos, así como las rutas de protección a las cuales deben recurrir.
La parte que considero fue la más importante de mi trabajo está relacionada con el empoderamiento de las mujeres y de las adolescentes mediante espacios lúdicos no formales de interacción, donde, mediante grupos focales, grabación de cortos, talleres de formación de insumos de higiene y perfumería, logramos promover la participación de las mujeres dentro de las estructuras de gobernanza de los albergues.
También organicé talleres de formación para fomentar nuevas formas de obtención de recursos económicos que ayudaran a las mujeres y a sus familias a mejorar sus condiciones de vida y les permitieran regresar a la normalidad.
Uno de los momentos que más impacto me generó fue la adecuación de la fábrica de jabones que implementamos con las mujeres de los albergues de Pedernales. Entre todas habilitamos una casita de caña que la OIM había adecuado dentro de los albergues, preparando estanterías, limpiando y pintando todas juntas para poder poner en marcha una fábrica de jabones con gran esperanza por un futuro mejor.
Convivir durante seis meses de forma diaria con las personas afectadas por el terremoto cambió completamente mi vida. Me hizo valorar muchísimo el lugar de donde vengo y la riqueza humana y la solidaridad de la gente ecuatoriana.
Aprendí mucho de la gente con la que trabajé, tanto de la OIM como de las mujeres y las autoridades dentro de los albergues, y adquirí nuevos conocimientos sobre el funcionamiento de proyectos en contextos humanitarios.
Cuando salió la convocatoria de Voluntarios ONU para la respuesta a la emergencia por el terremoto, yo acababa de finalizar un Master de Acción Internacional Humanitaria en España. No dudé ni un segundo en aplicar. Sabía que tenía que regresar a mi país y contribuir con lo aprendido para la respuesta y rehabilitación del país. El contacto con las personas afectadas por el terremoto reafirmó mi convicción de haber estudiado aquello que amo hacer.
Y trabajar con las mujeres y sus familias me enseñó que, aun en circunstancias adversas, siempre hay razones para sonreír.
Michelle Pazmiño es una de 24 Voluntarios ONU que prestaron servicio con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y con la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres) para apoyar la respuesta de emergencia en las zonas afectadas por el terremoto que sacudió Ecuador en abril de 2016, afectando a las vidas de unas 720.000 personas y obligando a casi 30.000 a tener que buscar refugio en campamentos temporales.